Sunday, April 12, 2009

Menos drama y más cumbia.


Hace dos semanas cumplí 28 años, y no es que la fecha en sí tenga ninguna implicación simbólica, ni que el 28 tenga nada de cabalístico, sino que no me gustan mis cumpleaños. Desde un lejano trauma infantil en el que unas igualmente lejanas amiguitas colegiales no fueron a la piscina a celebrar conmigo mi cumple, quedé odiando -casi- para siempre tanto a la piscina, como a las amiguitas en cuestión, como a la fecha de mi aniversario. Años después se añadió cierta rutina oscura y competitiva de padres divorciados que me obligaban implacablemente, año tras año, a comer dos tortas, a brindar dos veces, a decir que sí, que el suyo había sido el mejor cumpleaños hasta la fecha. Pero en fin, el caso es que este cumpleaños trajo consigo algo de reflexivo. Tal vez es que me estoy poniendo vieja, no lo sé, pero al acostumbrado balance de año nuevo, esa balanza tan facha que año tras año me dice qué es lo que he superado y cuáles serán mis motivos de neurosis para el año siguiente, trajo algo como una urgencia: la urgencia de escribir. Y no sé si es biológico o astrológico, pero por primera vez en mucho tiempo no sólo tenía muchas ganas de decir algo, sino que además tenía muy claro qué era lo que quería decir. Así que, azuzada por un par de amigos que me empujan con una fe sinceramente conmovedora, sorprendente en el caso de un escritor sin obra, decidí reabrir, por tercera vez, este blog. Decidí dejar de teatralizar el acto de escribir, que me paraliza irremediablemente, desacralizarlo, convertirlo en algo cotidiano o corriente, y darme cuenta además de que en lo cotidiano también puede estar lo trascendente. O no. En síntesis, dejar tanta pretensión de clásicos y vanguardias, decir lo que me da la gana, porque total este yo, este que escribe, me es completamente desconocido. Yo no soy yo, soy éste, y por ahí va la cosa. Así que iré poco a poco, sin culpas, tragando poco a poco esa sopa de estrellitas que es lo que se ve por ahora de la realidad. Si tú escribes, yo te sigo, me dijo Leo, y había que estar a la altura. Menos drama y más cumbia, volando a velocidad de crucero. Con foto de Diane Arbus.

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